Ciudad del Vaticano |
Benedicto XVI, de naturaleza tímido y discreto, dio ayer hace un año al mundo su lección “más revolucionaria” al anunciar, en plenas facultades mentales, su renuncia al pontificado por su edad avanzada y la falta de fuerzas “para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”.
Además de la cascada de escándalos en el seno de la Iglesia que se sucedieron durante su pontificado, como buen sajón y con la humildad que siempre ha caracterizado al que los expertos consideran el mejor teólogo católico vivo, Benedicto XVI soportó con estoicismo 24 largos viajes plagados de actos e interminables ceremonias litúrgicas ataviado con pesadas mitras y casullas.
Unos ropajes, muchos de ellos centenarios, que ha desechado el papa Francisco nada más inaugurar su pontificado.
El lunes, el portavoz Federico Lombardi explicó que la decisión Benedicto XVI la tomó “con una gran preparación desde el punto de vista de la reflexión y la oración y con gran valor porque, efectivamente, al ser una decisión inusual podrían haber surgido problemas o dudas sobre su significado, consecuencias para el futuro o cómo lo recibiría el pueblo de Dios o la opinión pública”.
Un gesto, el de Benedicto, que fue interpretado por los analistas, como “revolucionario” y como un “acto de rebelión” con el mensaje de que el único camino a recorrer era el de intervenir con coraje y en profundidad en el cuerpo enfermo de la Iglesia.
Y que para cambiar el curso de la cosas era necesario reescribir el final y, de algún modo, vencer a la muerte, no esperarla.
Benedicto no estaba enfermo, “sí lo estaba la Iglesia y los hombres de la Iglesia, la Curia, a los que el Papa imploró para que actuasen, cambiasen, regresaran al camino del mensaje de Cristo”, refirió un alto cargo de la Curia que prefirió no desvelar su nombre. Pero el Papa no fue apoyado con la fuerza necesaria en este camino, “es más, fue dejado solo en primer lugar por la Curia”, agregó.
Un grito de rebelión y de humildad, como humilde fue la decisión del Papa emérito de permanecer “oculto al mundo” y lejos del cónclave que elegiría a su sucesor en la residencia estival de los pontífices de Castel Gandolfo, a unos 30 kilómetros de Roma, que tanto disfrutó y amó.
http://www.lostiempos.com/diario/actualidad/internacional/20140212/recuerdan-primer-ano-de-renuncia-de-benedicto-xvi-al_244807_533544.html
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