martes, 4 de febrero de 2014

Los ancianos, los grandes olvidados por el régimen cubano


Ancianos-cubanos

Lidia Lima, una radióloga jubilada de La Habana, dice que su pensión de $14 sólo le dura 20 días de cada mes. Pero a la edad de 78, ella “no puede sencillamente inventar” una manera de unirse a las filas crecientes de negocios privados de Cuba para percibir unos pesos extras.
Maximiliano Sánchez, de 69 años, dice que su pensión de $8 al mes sólo le permite “sobrevivir pero no vivir”. Pero el telegrafista jubilado agrega que los padecimientos del corazón y la vista lo han dejado demasiado enfermo para ser propietario o para trabajar en uno de los nuevos negocios.
Las reformas en pro del mercado del gobernante Raúl Castro han abierto las puertas a cientos de miles de pequeños negocios, muchos de ellos montados por jóvenes que se están beneficiando y uniéndose a una clase media creciendo bajo el gobierno comunista.
Carpinteros, plomeros y trabajadores de la construcción de otros tipos pueden ahora trabajar fácil y legalmente por su propia cuenta, como también costureras y barberos y repasadores de estudiantes —en total, las 182 categorías de “cuentapropismo“ permitidos bajo las reformas.
Pero esas mismas reformas han golpeado a 1.6 millones de jubilados que ya estaban sufriendo con las históricamente pobres pensiones y que ahora son aporreados por los aumentos en precios causados por las nuevas piezas capitalistas de la economía y los cada vez más pequeños, subsidios gubernamentales de los productos básicos que necesitan tan desesperadamente.
“Los ancianos son el sector más vulnerable de las reformas económicas de Raúl Castro” dijo Dagoberto Valdés, un activista católico laico de la occidental ciudad de Pinar del Río que publica la revista digital Convivencia.
Los cubanos dicen que ven evidencia de la creciente desesperación de los pensionados en todos lados: hombres y mujeres de edad mayor mendigando fuera de las iglesias y de las costosas “tiendas de dólar”, vendiendo maní y periódicos en las calles, “buceando” en la basura por algo que puedan revender, e incluso ofreciendo vender sus pertenencias más humildes, como un par de zapatos o una cobija.
Algunos ganan unos pocos pesos extras cuidando estacionamientos, guardando y vendiendo un puesto en la plétora de filas que hay que hacer en Cuba, o haciendo mandados para amigos y vecinos. Un saco de latas de aluminio aplastadas, recogidas de la basura puede traerles entre 60 y 80 pesos.
Sánchez dijo que de su pensión mensual de 200 pesos —$8 estadounidenses— luego de trabajar 30 años para el monopolio de comunicaciones del gobierno, tiene que pagar entre 30 y 40 pesos por electricidad y entre 10 y 20 en teléfono.
También debe pagar 65 pesos al mes por el televisor y el refrigerador que le obligaron a comprar en el 2005 como parte de la campaña de Fidel Castro para reducir el consumo de energía al exigir que los hogares reemplazaran sus electrodomésticos viejos por versiones más eficientes.
“¿Cuánto queda para la comida?” preguntó Sánchez en una entrevista telefónica desde su casa en el pueblo oriental de Palmarito de Cauto.
La respuesta es, cada vez menos, a medida que los precios de la comida se disparan bajo la presión de las fuerzas del mercado —20 por ciento solamente en el 2012. Una libra de puerco se vende hoy por 22 pesos, cuatro tomates cuestan 10 pesos y una botella de aceite de cocina puede costar entre 70 y 90 pesos.
Y mientras se supone que los cuidados médicos y las medicinas deben ser gratuitos, los cubanos dicen que cada vez se ven más forzados a darles a los doctores “regalos” bajo cuerda para garantizar el tratamiento adecuado, y pagar por las medicinas, si están escasas. Sánchez dijo que regularmente paga cerca de 70 pesos al mes por sus medicinas.
Castro también ha estado apretando el cinturón al disminuir los artículos que se distribuían por la libreta de racionamiento, que en algún momento suministraba a cada cubano una cesta de productos esenciales a precios profundamente subsidiados y que fue alabada como prueba de la ideología igualitaria de la isla.
Las papas, los chícharos, los cigarros, la pasta de diente y el jabón líquido ahora no aparecen en la libreta y se venden entre cinco y 10 veces más caras que su precio antiguo, mientras que las raciones de café y sal han sido cortadas a la mitad. Artículos que todavía están en la libreta cuestan solamente unos 30 pesos al mes, $1.20
“Una cosa es permitir una economía de mercado y la otra es terminar con (los subsidios de) artículos de primera necesidad” dijo Valdés. Como los demás citados en este reportaje, hablo telefónicamente desde la isla.
Los funcionarios cubanos han hablado en repetidas ocasiones sobre planes de eliminar eventualmente el sistema completo de racionamiento —que aún es costoso para el gobierno— y reemplazarlo con un subsidio para los más necesitados, quizá en forma de estampillas de comida.
Lima dijo que su pensión de 350 pesos, que está por encima del promedio pero hay que restarle los 60 pesos que paga por un “mejor” refrigerador, y las raciones especiales de pollo para su diabetes le duran sólo los primeros 20 días del mes. Y eso es comprando carne sólo una vez o dos veces al mes
“Voy tirando pero si el retiro fuera todo lo que tenía, ya me hubiera muerto”, dijo la doctora, quien se jubiló hace cinco años del Hospital Joaquín Albarrán en La Habana.
Sánchez dijo que solía criar pollos, conejos y cerdos en su patio para venderlos, pero se los robaron todos y no los ha reemplazado por la creciente criminalidad, que también atribuyó a la movida de Castro hacia una economía más capitalista.
Tanto Lima como Sánchez dijeron que sólo sobreviven con la ayuda de sus hijos e hijas en Cuba. Otros pensionados reciben envíos de dinero de parientes en el exterior, especialmente en Estados Unidos, que les ayudan a sobrevivir.
La revolución cubana comenzó con uno de los sistemas más generosos de retiro en el hemisferio, que cubría 90 por ciento de la fuerza laboral y les permitía a los hombres retirarse a los 60 años de edad y a las mujeres a los 55. Pero el país entró en caos luego del colapso de los subsidios soviéticos a principios de los años 90 y un colchón de protección que alguna vez garantizó buenos servicios de salud, educación y servicios sociales se empezó a erosionar significativamente.
En el 2008 las edades de retiro fueron incrementadas a 65 y 60 y la pensión promedio subió a 235 pesos pero tenía sólo la mitad del poder adquisitivo de la misma suma en 1989, escribió Carmelo Mesa Lago, un experto en la economía cubana, de la Universidad de Pittsburgh, en un reporte del 2010 sobre el sistema de pensiones. Cuba gastó 4.4 mil millones de pesos en pensiones ese año, casi el doble de las contribuciones de los trabajadores.
Los hogares gubernamentales para los ancianos son conocidos por el calor de su personal pero son muy pocos y hay largas listas de espera para la admisión, sus instalaciones con frecuencia están en la ruina, y la comida y otros recursos son robados frecuentemente por funcionarios corruptos, dicen los cubanos. Reportes dicen que la ciudad de Santiago de Cuba, con 495,000 personas, sólo tiene dos ancianatos y dos centros de cuidado diario.
La responsabilidad de cuidar por los ancianos ha ido pasando cada vez más a sus familiares —una persona encargada del cuidado a tiempo completo, puede cobrar entre 300 y 500 pesos o más— así como a la iglesia católica y otras iglesias.
Varias parroquias han reportado un creciente número de pensionados que necesitan asistencia con las comidas, la lavandería, la limpieza de sus hogares y el acceso a doctores, dentistas y oftalmólogos voluntarios.
Además, los problemas para las personas mayores, y para el país, probablemente empeorarán.
La población de Cuba es la más vieja de América Latina luego de Uruguay y se está poniendo aun más vieja a medida que mucho de los jóvenes emigran al exterior, las tasas de natalidad permanecen bajas y los ancianos viven en promedio hasta los 79 años, aproximadamente igual que en Estados Unidos.
Aquellos que tienen 60 años o más, ahora representan el 17 por ciento de la población y se proyecta que serán el 26 por ciento para el año 2025, según cifras oficiales.
“Cuba necesita jóvenes dopados con cafeína pero los principales actores de esta ciudad/país son los ancianos”, escribió la escritora de blog Daisy Valera en una reciente publicación en la página de Internet Havana Times.
El Nuevo Herald – Miami

No hay comentarios.:

Publicar un comentario