El régimen de Nicolás Maduro parece tambalearse frente a las protestas estudiantiles que desde hace dos semanas sacuden a Venezuela, con analistas advirtiendo que la sostenibilidad del gobierno corre peligro si no logra desactivarlas rápido.
Expertos consultados dijeron que el chavismo atraviesa actualmente uno de sus momentos más difíciles, con las llamas del descontento popular alimentadas simultáneamente por la quiebra de las finanzas del estado y el cansancio de la población tras 15 años de promesas incumplidas.
A eso ahora se le suma el deseo de una juventud rebelde que desea vivir bajo un régimen distinto al que promete la Revolución Bolivariana.
“Hay un país decidido, porque sí lo está, a salir a protestar. Es un país que va a seguir acatando la convocatoria de cualquier líder que llame a la calle, sea estudiantil, sea político, sea ciudadano, sea de cualquier orden, o incluso autoconvocarse”, dijo el asesor político Orlando Viera-Blanco.
“El país –agobiado por una situación de bancarrota económica, una situación de criminalidad al límite, una situación de apartheid político, una situación de penetración y coaptación de libertades, una situación de persecución y una pérdida absoluta de legitimidad– está reaccionando como un grupo humano indignado”, agregó.
Las protestas, que han estado creciendo en dimensión y en frecuencia en distintas ciudades, hasta el momento han sido encaradas con violencia por el régimen bolivariano, que ha intentado reprimirlas a través de sus agentes de seguridad y con la participación de sus colectivos, bandas delictivas protegidas y armadas por el chavismo para que realicen sus trabajos sucios.
Pero estas acciones, que han provocado hasta ahora la muerte de tres personas y lesiones de decenas más, han generado un mal sabor en la comunidad internacional, con Maduro solo recibiendo tibios mensajes de solidaridad de los tradicionales aliados del chavismo, pese a sus reiteradas denuncias de que su régimen está siendo víctima de “un golpe de Estado en desarrollo”.
Los analistas dijeron que esto se debe al uso de las redes sociales por parte de los manifestantes, en su mayoría jóvenes universitarios, que han divulgado cientos de fotografías y videos documentando los excesos cometidos por el chavismo durante las manifestaciones.
“Las evidencias fueron como muy grandes, tan contundentes –con imágenes de agentes del SEBIN (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional) disparando armas de fuego– que el gobierno se vio obligado a reformular sus planes y a entender que debe proceder con cuidado”, dijo el analista político David Morán.
Y eso es un problema porque la represión es una de las pocas armas que aún quedan en el arsenal de un gobierno agobiado por la escasez de recursos.
Es una situación que está generando gran ansiedad dentro del gobierno, dijo Diego Moya Ocampos, analista para América Latina de IHS Country Risk.
“Estas son las manifestaciones más fuertes que ha enfrentando el gobierno desde el 2002. Estas no son unas protestas comunes cualquiera”, comentó Moya Ocampos, en referencia a los eventos que condujeron a un golpe de Estado contra el entonces presidente Hugo Chávez.
“Estamos frente a una tormenta perfecta, están confluyendo una cantidad de factores y tensiones sociales, y de ahí el temor del gobierno, que es que estas manifestaciones, que hasta el momento han sido principalmente estudiantiles, se contagien a los sectores populares, y entre los sindicatos”, agregó.
Las manifestaciones se están produciendo en momentos en que el país enfrenta una aguda crisis económica, con la renta petrolera mostrándose insuficiente para mantener el gigantesco gasto de la Revolución Bolivariana y la enorme cuenta de las importaciones de bienes de consumo, que ahora deben ser adquiridos en el exterior en vista del colapso de la producción nacional.
Moya resaltó que en este momento Maduro le está informando a los pocos integrantes del sector privado que el Estado no tiene recursos para cancelarles los cientos de millones de dólares que le adeuda, principalmente en relación a las operaciones de importación ya realizadas, y que actualmente les consulta con desesperación cuál es el monto mínimo que necesitan para seguir operando a fin de evitar un empeoramiento de la ya aguda escasez.
“Todo esto es tema de profunda preocupación, entre el gobierno y los militares, cuando ya se sabe que Venezuela ya está llegando al final del camino, donde ya no se puede improvisar, y donde se entiende que hay que tomar medidas económicas claras, y ahora se le suma esta protesta estudiantil que cobra vida propia”, comentó.
Y las manifestaciones estudiantiles están dando pocos visos de disiparse.
Para Morán, el régimen está frente a una juventud que ve con mucha claridad lo que el chavismo representa para su futuro.
“Esta es una situación casi generacional. La irrupción del estudiantado es la irrupción de la juventud que lo único que conoce, en materia de gobierno, es el gobierno chavista. Es lo que tienen en la conciencia”, comentó Morán.
Y es gente que no ve en el chavismo la promesa de un futuro mejor, sino a los responsables de la miseria y de las restricciones del presente, dijo.
“Estos jóvenes esencialmente lo que están pidiendo es libertad. No están pidiendo paz [que es lo que está actualmente ofreciendo la retórica del chavismo]. Están pidiendo libertad, libertad de que no nos maten, libertad de la escasez, libertad del miedo, y sobre eso, nosotros [los jóvenes] construiremos la paz”, comentó.
Viera dijo que hasta el momento las marchas registradas en el país han sido encabezadas por estudiantes pero resaltó que las manifestaciones de protesta han cobrado dinamismo, convirtiéndose en un fenómeno contagioso que pronto podría atrapar a otros sectores.
“Esto tiene el aspecto de ser un fenómeno expansivo que nace de la gallardía de los jóvenes, pero en vista de esa fatiga [del venezolano tras 15 años de chavismo], producto de esa indignación, producto de esas madres que están preocupadas por el futuro de sus hijos, producto de la inseguridad, producto de la escasez, producto de esos viejos que ya no reciben pensiones, producto de esa clase media que está atrapada en el desempleo, y producto de tantas otras cosas más, esto está en vías de convertirse en otra cosa”, comentó.
Es un fenómeno que rueda cuesta abajo como una bola de nieve, dijo.
“Que nadie se equivoque, este es un movimiento de movimientos en proceso, que comienza como un movimiento juvenil pero que poco a poco va a ir sumando otros procesos, otros sectores, hasta llegar a todos los sectores de la sociedad civil”, explicó.
El Nuevo Herald – Miami
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